La coeducación&: Dos sexos en un solo mundo

MÓDULO 1: COEDUCAR HOY

INFINITAS FORMAS DE SER

La igualdad, aunque necesaria, no es suficiente. Tener el mismo poder (los mismos derechos y las mismas oportunidades) facilita el camino para liberarnos de la discriminación y las jerarquías entre los sexos, pero no nos da, por sí mismo, la libertad, ni garantiza relaciones de intercambio basadas en el interés por las personas del otro sexo, o que una niña o un niño se sienta  totalmente libre para hacer aquello que quiera hacer. Hace falta ir más allá.

Vídeo: Observa en este vídeo cómo esta mujer interpreta su profesión.
Fuente: ‘Mujeres de Hoy’, Instituto de la Mujer y RTVE, 2004. Bloque Cultura.

 

Como habrás podido ver, la directora de orquesta Inma Shara da un sentido libre y singular a su profesión. Para ello, ella no siente la necesidad de imitar la forma en la que tradicionalmente los hombres han realizado este trabajo ni tampoco de renunciar a su propio sexo. Para crear y expresarse con libertad, ella usa lo que tiene a su alcance, entre lo que se encuentra su propio cuerpo de mujer.

Hay infinitas formas de ser mujer y de ser hombre. Es parte de tu tarea, como educador o educadora, facilitar que niñas y niños encuentren el modo de expresarse con libertad sin sentir la necesidad de reproducir algún estereotipo para sentirse aceptado o aceptada o de hacer como si no perteneciera al sexo al que pertenece. Esto significa, entre otras cosas, ayudar a que niñas y niños:

Hay una técnica que da mucho juego para este fin y que consiste en lo siguiente:

  1. Cortas dos trozos grandes de papel y lo extiendes por el suelo (si el número de niños o niñas con las que vas a hacer esta técnica es muy grande, puedes cortar más trozos de papel).
  2. Invitas a que una niña se acueste sobre uno de estos trozos y que un niño se acueste sobre el otro trozo.
  3. Con rotuladores, la mitad de la clase se encargará de dibujar la silueta de la niña y la otra mitad la silueta del niño.
  4. Después de dibujar la silueta, el niño y la niña se levantan, y cada uno de los grupos escriben sobre la figura que han dibujado todo aquello que ese cuerpo puede hacer con cada una de las partes del mismo.

Con este ejercicio, niños y niñas pueden tomar conciencia de que unos y otras pueden hacer prácticamente lo mismo y que las posibilidades que da cada cuerpo son infinitas.

 

Una forma de trabajar este objetivo es llevar al aula a hombres y mujeres de la localidad en la que está ubicada la escuela como, por ejemplo:

  1. Alguna taxista o conductora de autobús.
  2. Algún padre que se dedica las tardes a cuidar a su bebé.
  3. Una mujer a la que le han dado algún premio por alguna investigación.
  4. Un hombre que se ha dedicado al ballet o a escribir poesía.
  5. Una mujer que cuida a su hija de un modo original y libre.
  6. Se pueden llevar también películas o el relato de experiencias de mujeres y hombres de otros países.

 

Es interesante hacer grupos de trabajo con tu alumnado y dar, durante un tiempo determinados, unos juegos, materiales, espacios o vestimentas diferentes a cada uno de ellos.

Se trata de que, pasado ese tiempo, cada grupo rote y use los juegos, materiales, espacios o vestimentas usadas por otro.

 Y así, rotando, todos los grupos y todos los integrantes de cada grupo pueden tener la oportunidad de probar qué sienten y qué posibilidades les da cada instrumento o lugar.

 

Para favorecer este objetivo, puedes hacer a tu alumnado las siguientes propuestas:

Diles que piensen en algo que le encantaría a cada uno y a cada una hacer cuando sean un poco más mayores. Pregúntales por qué lo quieren hacer, cómo se imaginan esa experiencia, si creen que alguien del otro sexo podría vivirla del mismo modo…

Invítales a que dibujen un recorrido en el que se represente la historia de sus vidas hasta el momento presente y también cómo se imaginan su futuro. En la puesta en común, puedes rescatar las diferencias entre lo que dicen y viven las niñas y los niños.

Mándales como tarea que investiguen sobre algunos juegos que jugaban sus abuelos, abuelas, madres o padres que ellos y ellas ya no juegan. Se trata de jugar juntos y juntas y hablar sobre cómo se han sentido jugando, si les ha gustado y qué variaciones creen que podría darse.

 

Para que todo esto cobre sentido y eficacia es fundamental que la actitud del profesorado acompañe este proceso:

  1. Es importante mostrarles a los niños y las niñas que tus expectativas son que desarrollen al máximo todas sus posibilidades y deseos. Para ello, es necesario que revises hasta qué punto los estereotipos sexistas afectan a tus expectativas hacia tus alumnas y hacia tus alumnos. Por ejemplo, quizás te resulte más fácil acoger el llanto de una niña que el de un niño o tal vez te sorprendas siendo más tolerante con un niño que se ensucia y se despeina mientras juega que con una niña a la que le ocurre lo mismo.
  2. Expresar a tu alumnado lo que sientes, vives, imaginas o deseas es ser un referente de hombre o de mujer singular, original, con disposición a la relación.
  3. No se trata sólo de darles la palabra, sino también de mostrar el máximo interés por conocer qué lleva dentro cada niña o niño, o sea, de escuchar. Escuchar es estar en disposición de entender qué nos quiere decir realmente cada alumno o alumna, sin dar nada por sentado, sin juzgar y sin anticiparnos. La tarea de escuchar significa, por tanto, acompañar a cada criatura en el proceso de entender qué le pasa y de dar nombre a sus deseos, necesidades, sentimientos o pensamientos.

Ésta es una situación que se ha dado en la realidad y similar a muchas que se dan día a día: Un niño de cinco años prefiere jugar con las niñas que con los niños porque con ellas se siente más tranquilo, y suele jugar a juegos que le gustan mucho como el baile, las casitas, el peinarse, etc. Sin embargo, ha decidido separarse de ellas cuando aparecen otros niños porque no quiere que ellos se rían de él.

Este niño ha tenido la posibilidad de jugar con las niñas y descubrir el gusto de hacerlo porque ha tenido una madre, un padre y una maestra que, no sólo se lo han permitido, sino que han mostrado simpatía por lo que él hacía. Pero, a pesar de esto, él siente la presión de los otros niños.

En este caso, escuchar a este niño es una herramienta muy eficaz. Puede ayudarle a entender su propio dolor, a poner palabras al hecho de vivir dos deseos encontrados (el de ser aceptado por los demás niños y el de jugar con las niñas) y a buscar el modo de, partiendo de lo que hay y de lo que siente, expresar su propia singularidad sin violentar ni violentarse.

Mostrar la propia diferencia y singularidad no siempre es fácil, pero a la larga da más felicidad que dejarse coartar por estereotipos caducos.