¿QUÉ IGUALDAD QUEREMOS?
Reflexiona: ¿Qué te sugiere el concepto de igualdad? ¿Cuál piensas que es su contrario?
Para empezar, te diremos que lo opuesto a la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad. La diferencia sexual, como ya has visto, es diversidad y riqueza, mientras que la desigualdad entre los sexos es injusticia y violencia.
Sin embargo, a veces, se habla de igualdad como si el hecho de que “niños y niñas estén capacitados para realizar las mismas actividades” significara en realidad que “niños y niñas deben realizar las mismas actividades”, lo que nos lleva a una especie de obsesión contable que, en vez de promover la justicia o la igualdad, nos lleva a sustituir las prescripciones impuestas por el género por otras prescripciones que también son restrictivas.
Imagina una escuela en la que el 90% de los niños juegan al fútbol y el 80% de las niñas juegan a la comba. La igualdad no nos vendrá dada cuando logremos que en una o en otra actividad jueguen el 50% de niñas y otro 50% de niños, sino cuando se den las condiciones para que unas y otros tengan las mismas posibilidades de experimentar ambos juegos y elegir, sin condicionamientos de género, a qué juego quieren o no quieren jugar. Desde su libertad, puede ocurrir que la gran mayoría de las chicas no sientan interés por el fútbol, y que muchos chicos tampoco, o tal vez todo lo contrario. Lo mismo podríamos decir de la comba. No lo sabemos, ya que la libertad tiene como característica principal su imprevisibilidad. El objetivo no ha de ser que hagan siempre lo mismo, sino que niñas y niños no se vean con constricciones por el simple hecho de pertenecer a uno u otro sexo.
En esta misma línea, a veces se considera que igualdad es sinónimo de que ambos sexos estén siempre juntos. Un ejemplo de esto ocurrió en un centro de secundaria en el que un profesor propuso a su alumnado que eligieran cada mes a una chica y a un chico para que fueran delegados de la clase. Aunque él lo hizo con su mejor intención, con esta estrategia esta clase perdió la oportunidad, por ejemplo, de verse con dos chicas haciendo de delegadas y que el resto las aceptara como tales.
Asimismo, la igualdad entre los sexos no implica homologación (“ser igual a”), sino garantizar las mismas oportunidades y los mismos derechos. Generalmente, la confusión entre igualdad y homologación conlleva el pensar que las niñas o las mujeres han de ser iguales a lo que son y hacen los niños o los hombres. Lo que las lleva a medirse constantemente con los chicos, como si sólo pudieran ser más, menos o igual que ellos, y no simplemente diferentes.
Cuando esto pasa, ocurren situaciones como la que se dio en una clase de 6º de primaria en el que la maestra les propuso hablar sobre sexualidad. Ante esta propuesta, algunos niños empezaron a decir el nombre de diversas técnicas sexuales que habían leído en anuncios de contactos nombrando el cuerpo femenino como si fuera un objeto a invadir. La mayoría de las niñas pusieron cara de fastidio, pero ninguna dijo nada en voz alta. La profesora interpretó el silencio de las niñas como sumisión ante la violencia de los niños y, por lo mismo, les animó a responderles, pero ellas siguieron calladas. Un poco molesta, la maestra les preguntó porqué seguían en silencio y algunas dijeron que estaban cansadas de las bobadas que decían algunos niños y que ya no querían perder el tiempo contestándoles. Querían resolver sus propias dudas y curiosidades relacionadas con la sexualidad. Estaban hartas de lo que los niños decían sobre sus cuerpos, pero también de medirse con ellos. Ellas no querían verse atrapadas en el juego que ellos proponían ni ser igual a ellos, querían simplemente poner en circulación sus propias palabras desde sí mismas, con libertad.
Hablar de desigualdad, por tanto, es hablar de que el acceso a los derechos, recursos y oportunidades no es igual para todas las personas. Asimismo, decimos que existe discriminación cuando la desigualdad llega al extremo de excluir a algunas personas de este acceso.
Hay desigualdad, por ejemplo, cuando a las niñas se les exige más que a los niños en lo relativo al orden y a la limpieza de la clase, o cuando la maestra o el maestro son más permisivos con el ruido de los niños que con el de las niñas. Del mismo modo, hay discriminación cuando no se le permite a un niño jugar con una muñeca sólo porque es niño mientras que sí se lo permiten a las niñas, o cuando las niñas no pueden jugar en la parte central del patio del recreo porque está ocupada de forma habitual por los niños.
² Audio: Para comprender mejor qué significa la igualdad y hasta dónde tiende sentido insistir en ella, escucha la reflexión de esta madre.
Fuente: ‘Mujeres de Hoy’, Instituto de la Mujer y RTVE, 2006. Bloque Los juguetes no tienen sexo.