ESCUCHAR EL CUERPO
Piensa un momento: es muy probable que en muchas ocasiones hayas sentido dolor en alguna parte de tu cuerpo y esto te haya llevado a tomar actitudes de descanso, o ver el origen y solucionarlo, o bien acudir a un servicio médico para que te orienten. Otras veces en cambio es posible que simplemente hayas tomado algún analgésico y hayas seguido realizando tu vida cotidiana como si no hubiera ocurrido nada.
Aprender a escuchar el cuerpo es algo que a veces, en el mundo de prisas, de compromisos, de objetivos “ineludibles” que tenemos, se hace cada vez más y más difícil. Sin embargo es absolutamente necesario saber interpretar lo que nuestro cuerpo nos indica.
Fíjate lo que a veces ocurre en el mundo del deporte, y más si se trata de deporte de élite:
- Le dieron una patada tan fuerte que cojeaba muchísimo. Le pusieron un spray para calmar el dolor y a seguir jugando. Cuando terminó el partido tenía la pierna absolutamente destrozada.
- En una noticia sobre un deportista famoso, un periodista alababa cómo, a pesar de haberse roto la pierna en una caída, había seguido la carrera. ¡Qué hombría! ¡Qué valentía! Qué ejemplo para nuestros jóvenes que un chaval joven, a pesar de las dificultades y de que su cuerpo no responde, sigue adelante.
- Recuerdo la imagen de una atleta de maratón entrando en el estadio Olímpico. Iba de un lado a otro de la pista, con la mirada totalmente perdida, su cuerpo caminaba de forma descoordinado y parecía que de un momento a otro iba a caerse. El estadio en pie aclamaba de forma emocionada la actitud de la atleta que había decidido como fuera terminar la carrera.
Nadie duda de la intensa emoción que se puede llegar a sentir ante situaciones como las descritas. Tampoco se duda de la decisión de un o una deportista por terminar una prueba. Y sin quitar a dichas situaciones ni un ápice de admiración ante el esfuerzo de quienes las protagonizan, quizá también cabría preguntarnos alguna otra cuestión. Por ejemplo: ¿hasta qué punto es ejemplar el hecho de poner al límite un cuerpo, sin tener en cuenta lo que el cuerpo necesita en ese momento? ¿Por qué se considera una “valentía” llevar el cuerpo a situaciones de riesgo extremo? ¿No sería más educativo poner ejemplos en los que una persona se ha retirado a tiempo ante las dificultades que su cuerpo estaba presentando?
De nuevo observamos que este tipo de situaciones tiene una mayor incidencia en los chicos. En ellos recae en mayor medida un tipo de mensaje que incide en un mayor gusto por el riesgo, por situaciones límite o por tener una falsa sensación de poder afrontar con éxito cualquier tipo de peligro. Quizá te suenen frases de este tipo:
- “¡Venga hombre, aguanta como un valiente y sigue jugando hasta el final del partido!”
- “Quien no salte esta valla es un marica”
- “Es un gallina, no pelea; además es tonto, si le dan se pone a llorar”
- “Me puse a 200 en la carretera con el coche de mi viejo, ¡qué sensación tío!”
Todo este tipo de mensajes siguen llegando desde la familia, la escuela o el grupo de niños con el que se mueve y más tarde se ven reforzados desde otros ámbitos como la publicidad, los videojuegos, etc.
Este tipo de actitudes tiene correlatos concretos que se traducen en cuestiones como una mayor siniestralidad al volante en hombres, una mayor incidencia en delitos, etc. Mientras que las chicas, quizá por una mayor escucha de su cuerpo y por tener una mayor educación relacionada con el cuidado, se ven menos afectadas o con mayores recursos para afrontar este tipo de mensajes.
Para saber más… Tomar en serio a las niñas.
Fuente: Texto de Graciela Hernández. Tomar en serio a las niñas. Serie de Cuadernos de Educación No Sexista, Nº17, pág. 34-37. Instituto de la Mujer (2005)
En el ámbito educativo esto nos hace pensar que cuando lanzamos mensajes relacionados con una actividad física saludable y el cuidado de la salud, quizá tenemos que prestar especial atención y asegurarnos que llegan y calan en ambos sexos.
Ante estas situaciones en la escuela cabría:
- Educar a chicos y chicas en la escucha de sus propias sensaciones: actividades como la relajación, el yoga, el tai-chi, etc. ayudan a entender los límites del cuerpo y a trabajar sobre ellos poco a poco.
- Reconocer las sensaciones corporales agradables que se producen en el deporte y la actividad física.
- Aprender a parar cuando se producen sensaciones desagradables: no se trata de poner en peligro la salud ni de forzar el cuerpo a límites a los que no se puede o no se quiere llegar.
- Aprender a valorar la seguridad en los deportes y actividades que implican riesgo. Observa el siguiente ejemplo en el que una escaladora abre una vía, es decir un camino, en una pared de granito, para que otras personas puedan hacerla después con la misma dificultad, pero con más seguridad.
Vídeo: Escaladoras. Fuente: Aítor Bárez. Instituto de la Mujer (2003)
- Valorar el descanso. Existe una cierta cultura que valora en extremo el hecho de no dormir, de no descansar. Es posible que en algún momento te hayas encontrado comentarios de tu alumnado o de personas adultas referidos a la admiración que sienten hacia las personas que más tarde se acuestan, las que aguantan más tiempo sin descansar, aunque sea a costa de abusos de sustancias poco saludables.
- Ayudar a reconocer sus cuerpos mediante estiramientos, masajes corporales y relajación
Es importante reconocer el valor del descanso, saber escuchar a nuestro cuerpo y las sensaciones que éste nos transmite