UN POCO DE HISTORIA
Piensa en actividades físicas y deportivas que hombres y mujeres han ido realizando a lo largo de la historia. Es posible que encuentres pocas referencias femeninas, o que las que encuentres estén asociadas a deportes muy concretos; pero eso no quiere decir que no existan. Es muy posible que igual que ha ocurrido en otros campos, como el trabajo, la medicina o la educación, ha habido un empeño en “ocultar” o más bien en “no mencionar” la actividad física que han desarrollado las mujeres. Sin embargo, hoy ya sabemos que realizaban estas actividades de manera bastante habitual.
Por ello haremos un breve recorrido que quizá te inquiete y te anime a seguir buscando. En este epígrafe te presentamos a mujeres que dieron nuevos significados a sus cuerpos mediante la actividad y el ejercicio físico. Que no quedaron encuadradas dentro de las asfixiantes medidas que el patriarcado dejaba, en este sentido, para ellas y supieron identificar sus propios deseos y además tener la valentía de llevarlos a cabo.
Si nos remontamos a la Grecia Clásica, podemos encontrar muchas versiones acerca de la participación de las mujeres en los juegos olímpicos, pero todas ellas parecen coincidir al menos en algunos puntos: las mujeres participaban en algunas disciplinas, como las carreras de cuadrigas; sólo podían asistir a ver los juegos las “jóvenes doncellas”, mientras que a las mujeres casadas no les estaba permitido el acceso al estadio; dentro de las diversas regiones griegas encontramos que la formación en la actividad física de las mujeres era muy desigual, de manera que por ejemplo la educación de las espartanas incluía que aprendieran a correr, saltar, jugar a la pelota, lanzar la jabalina, cantar y bailar, pero no ocurría lo mismo con otras mujeres de otras zonas geográficas2 .
Otra coincidencia que destaca es la celebración de unos juegos olímpicos exclusivos para mujeres: los Juegos Hereos de la Antigua Grecia eran un concurso deportivo organizado en Argos en el honor de la diosa Hera, diosa de la fertilidad y reservado a las mujeres. Pueden considerarse el antepasado del deporte femenino y la versión femenina de los Juegos Olímpicos antiguos.3
Más adelante, podemos encontrar que en la educación de las mujeres feudales se incluían disciplinas como montar a caballo, o practicar la cetrería, además de jugar a tablas y aprender los bailes de salón propios de la época.
También nos ha ido llegando información acerca de los viajes que las mujeres han ido realizando a lo largo del tiempo. El primer testimonio escrito del que se tiene constancia en nuestro entorno es el diario de la monja Egeria que viajó desde España a los Santos Lugares y data del siglo IV. En su Itineratum narra las vicisitudes de sus viajes, los lugares por los que va pasando, las personas que encuentra o los rituales religiosos. Igual que Egeria, parece probable que hubiera otras muchas mujeres que, aprovechando los circuitos del peregrinaje, decidieran poner en práctica sus deseos y salir de sus casas para enfrentarse a una situación que requería una fuerte resistencia física y psicológica.
Mary Kingsley
Fuente: www.spartacus.schoolnet.co.uk
Desde finales del siglo XVIII y hasta primeros del XX, la fiebre de explorar las tierras de Asia y África se extiende por algunos países europeos, sobre todo Inglaterra; es la época de los grandes exploradores... y también de las grandes exploradoras que, solas o acompañadas, decidieron dar nuevos sentidos a sus vidas viajando hacia mundos totalmente desconocidos. Así nos encontramos con mujeres como Mary Kingsley que en 1893 embarca hacia el corazón de África con una misión científica; ella misma cuenta que en su aventura no tenía otro remedio que caminar por la selva, cruzar pantanos nadando, aprender a manejar una piragua, pescar para alimentarse o ascender hacia las montañas más altas de África. Junto a ella, otras muchas mujeres como May Sheldon o Alexinne Tinne, protagonizaron en la misma época aventuras similares4.
Isadora Duncan
Fuente: www.peopleplayuk.org.uk
O igualmente nos ha llegado el ejemplo de otras como Isadora Duncan (recuerda que ya hablamos de ella en el primer módulo) que a través de disciplinas como la danza, supieron dar a su movimiento un sentido libre y original.
Pero también, centrándonos en contextos más cotidianos, cada vez tenemos más información sobre mujeres que supieron encontrar en el movimiento y en la actividad física de sus cuerpos una fuente de satisfacción y enriquecimiento. Montañeras actuales nos han ido contando la experiencia de otras mujeres que, ya en el siglo XIX, supieron encontrar tiempo y espacio en sus quehaceres habituales para ascender las más altas cimas pirenaicas y que consiguieron con ello la satisfacción del esfuerzo en contacto con el medio natural5 .
Para saber más…
Marta Iturralde, montañera, en el segundo capítulo de Mujeres y montañas nos narra la ascensión de Natalie de Noailles al Pic du Midi de Bigorre, en el año 1800. Así describe la llegada de Natalie a la cumbre:
Cuando al fin alcé la cabeza y vi que acababa de alcanzar mi meta, creo que era, a la vez, la mujer más fatigada pero también la más feliz de Francia. Y quién sabe si, de esta forma, me erigía como una suerte de soberana de las montañas: una de las féminas que más alto había llegado en este mundo. Tales ideas me aportaron una sucesión de escalofríos placenteros que resultarían muy difíciles de explicar a otra persona que no los hubiese saboreado previamente, lo mismo que yo. Por ende, a la vista del efecto que producía estar pisando una cumbre como aquélla, que parecía colgada del mismo cielo…, no me hubiese extrañado nada encontrarme charlando con Zeus y Hera, o rodeada de grifos y unicornios. En cualquier caso, mi siguiente tropel de pensamientos sería para mi hija Léontine, que me esperaba, dulce y amorosa, en el balneario de Barèges (...) pero, ahora mismo, sentía que yo no pertenecía a nadie, tan sólo a mí misma.
Y ahora lee un extracto de la entrevista realizada a Edurne Pasabán, alpinista, en “Siempre adelante”
¿Cómo definirías el alpinismo?
Un deporte individual y a la vez de equipo, que en cualquier nivel que lo practiques es muy agradecido, ya que no compites contra nadie, sólo intentas superarte un poco más que la vez anterior (...)
¿Cómo convencerías a una mujer no ha salido al monte en su vida para empezar a hacerlo?
Que hay que probar, la montaña es preciosa, no sólo el paisaje y los grandes sitios. Les animaría a hacer unos paseos por cualquier montaña cercana, ya verán que cuando regresen a casa van a estar más relajadas y mejor.
¿Crees que el alpinismo esta valorado por la gente ajena al mundo de la montaña?
Creo que cada vez más, ya que el considerar que yo hoy esté aquí es mucho.
Dime una razón por la que nunca dejarías de hacer montaña.
Creo que porque es el único sitio donde soy yo misma.
Cuando a mediados del siglo XVIII, surge en Inglaterra el llamado deporte moderno, muchos consideraron que ésta no era una práctica aconsejable para las mujeres, dadas las normas morales, sociales y estéticas imperantes. Sin embargo, muchas mujeres, sobre todo a través de clubes privados, practicaban diferentes modalidades deportivas. Se empieza a considerar que la actividad física debe entrar en los planes de educación por lo que las mujeres de familias adineradas, que pueden acceder a los estudios, practicaban actividades como danza, tenis, patinaje o montar a caballo. Esto permite explicar que determinadas figuras femeninas sobresalieran en disciplinas deportivas; seguramente ellas eran la élite, la punta del iceberg de una práctica deportiva mucho mayor y más frecuente de lo que nos han querido contar.
Destacan figuras como Alice Millat, una mujer francesa que practicaba habitualmente remo y que no se contentó con las propuestas del recién creado Comité Olímpico Internacional, que con una visión claramente misógina excluía a las mujeres de la participación en los juegos. Su tesón, junto al de otras mujeres con las que fundó diversas federaciones deportivas, tuvo como fruto la inclusión femenina en las pruebas de tenis y golf; más adelante, a partir de 1928, participaron en algunas pruebas de natación, gimnasia y atletismo.
Alice Millat.
Fuente: www.fmujeresprogresistas.org
Para saber más…
Alice Millat, nacida en Nantes en 1884, siempre practicó deporte, especialmente remo, y pronto intuyó que los JJ.OO. eran su escaparate máximo pero no entendía que las mujeres apenas tuvieran acceso a ellos. Cuando estalló la I Guerra Mundial decidió tomar las riendas del sufragismo deportivo: si las mujeres eran suficientemente buenas para efectuar el trabajo de los hombres mientras éstos batallaban en el frente, también lo eran para ser olímpicas. Alice fundó en 1915 el Club Fémina de París para promover el deporte entre las mujeres de la ciudad y tanto éxito tuvo su iniciativa que en 1919 creó la Federación de Sociedades Femeninas de Francia.
Milliat solía acompañar a su marido en los constantes viajes que éste efectuaba y así tejió una red de contactos internacionales a los que impregnó de su ambicioso plan de desarrollo y reconocimiento de la mujer deportista. Así nació la Federación Deportiva Femenina Internacional (FSFI).
La FSFI se convirtió en el azote de Coubertin y de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), a los que conminó a dar entrada masiva a las mujeres. Ante el inmovilismo de éstos, Alice organizó los I Juegos Mundiales Femeninos en París en 1922, con gran éxito. La segunda edición, en Goteborg (1926), subió aún más el listón.
El Comité Olímpico Internacional se vio obligado a dar entrada al atletismo femenino en los JJ.OO. de Amsterdam'28: sólo hubo tres pruebas, 100 m., salto de altura y 800 m. En esta última varias atletas cayeron exhaustas en meta, excusa perfecta para que el COI decidiera eliminarla del programa olímpico basándose en informes médicos en los que doctores de prestigio aseguraban que disputar carreras de más de 200 metros de distancia provocaban en las mujeres “envejecimiento prematuro irreversible”.
Tal fue la controversia que el entonces presidente del COI, el conde de Baillet-Latour, pidió la “eliminación del deporte femenino”. El follón tuvo su efecto: las mujeres tardaron 32 años en volver a disputar unos 800 m. olímpicos, en Roma'1960; la maratón femenina no llegó hasta L.A.'1984.
Sin embargo, Milliat no se amilanó: volvió a la carga con los III Juegos Mundiales femeninos (Praga, 1930) con 16 países participantes, y lo hizo de nuevo en 1934, en Londres. Finalmente, el movimiento olímpico claudicó: las puertas de los Juegos se abrieron para las mujeres, que fueron ganando protagonismo con el paso del tiempo.
Alice Milliat falleció en 1957 en París y sus restos descansan en un cementerio de Nantes. Cada atleta olímpica actual es un homenaje a su memoria.
La FSFI se disolvió en 1938, pues las pruebas femeninas poco a poco se fueron incluyendo en los Juegos Olímpicos y el atletismo femenino definitivamente irrumpe triunfalmente en el programa de la IAAF.
Fuente: www.fmujeresprogresistas.org:80/fichavisibilidad/Milliat.htm
En España, hay que destacar figuras como Ana María Martinez Sagi, nacida en Barcelona en 1907 y que desde muy joven destaca en diferentes deportes: baloncesto, tenis, natación, esquí y atletismo. En éste último gana la medalla de lanzamiento de jabalina en el Campeonato Nacional de 1931. En contra de la estética imperante en la época, “se convierte en una joven de piel bronceada que pregona la emancipación de la mujer a través de la práctica de la cultura física. Así mismo es una de las creadoras del Club femení i d ´Esports, primera asociación deportiva y cultural para mujeres trabajadoras de España. Dicho club será muy criticado desde diversos ámbitos periodísticos. Sus detractores le acusan de fomentar el exhibicionismo y el escándalo público...”6. Destacó también como poeta y colaboradora en varios periódicos y revistas.
Ana María Martínez Sagi
Fuente: Revista 8 de marzo Nº 36
Lilí Alvarez, resulta también una figura imprescindible en el deporte español. Desde pequeña practicó diversos deportes destacando en tenis (en 1930 llego a la semifinal de Roland Garros, tres veces finalista en Winbeldom y llegó a ser la segunda en el ranking mundial de este deporte) y esquí. Aunque también practicó automovilismo, alpinismo y golf. Destacó también en el ámbito literario, publicando varios libros en los que cuenta su experiencia como mujer y deportista y siendo corresponsal en Madrid para el Daily Mail.
Lilí Álvarez
Fuente: El Mundo
En España, la celebración de las Olimpiadas de Barcelona en 1992, supuso para las mujeres un avance que ha resultado definitivo en su incorporación al deporte moderno. De alguna manera demostraron que cuando se les daba la oportunidad y los recursos para hacer deporte, podían hacerlo y hacerlo tan bien como para conseguir excelentes resultados; desde entonces las mujeres no han parado de estar en las élites y a nivel popular practicar cada vez con más frecuencia todo tipo de modalidades deportivas y actividades físicas, lo que supone aumentar el abanico de posibilidades de disfrutar, mejorar, aprender y relacionarse a través de sus cuerpos.
Vídeo: Mujeres de hoy. Deportes
Fuente: ‘Mujeres de Hoy’, Instituto de la Mujer y RTVE, 2004. Bloque DEPORTES.
Actualmente es bastante habitual que hombres y mujeres realicen deporte en prácticamente todas las edades. Los datos del Instituto de la Mujer nos indican que la actividad física que ellas realizan ha aumentado progresivamente a lo largo de los últimos años.
Deportes y actividades al aire libre por sexo
Fuente: Instituto Nacional de Empleo (2003)
En nuestros días, el ejercicio suave tiene una alta aceptación entre las mujeres mayores, de manera que es habitual verlas acudiendo a clases de gimnasia de mantenimiento, pilates, de yoga o simplemente realizando largos paseos. Esta actitud parece estar ligada a la interpretación de la actividad física como un hecho saludable, e íntimamente unido a las relaciones.
Fuente: www.deportesroquetas.org
Como ves, a lo largo de todas las épocas de la historia, mujeres y hombres han desarrollado actividades físicas que les han permitido armonizar sus cuerpos, encontrar medios de expresión a través de él, divertirse mediante el movimiento etc. Hoy por hoy resulta absurda y totalmente anticuada la idea de que el cuerpo de las mujeres está hecho exclusivamente para unos movimientos y el cuerpo de los hombres para otro; cada vez más gente piensa que tanto hombres como mujeres pueden llevar a cabo capacidades físicas de todo tipo, desarrollando cada cual la actividad que elija de un modo propio, en conexión con las habilidades y destrezas que su cuerpo presenta.