MUJERES Y HOMBRES
Mujeres y hombres hemos adoptado actitudes muy diferentes en el campo de la actividad física, el deporte y el movimiento en general. Tradicionalmente, la forma de entender cómo se expresa el cuerpo mediante el movimiento ha estado sujeta a una serie de normas y preceptos que tanto a mujeres como a hombres nos ha dificultado en muchas ocasiones la expresión libre de lo que nuestros cuerpos querían decir o necesitaban expresar. Así históricamente, mientras la gran mayoría de hombres, les gustara o no, se entrenaba en la potenciación de la fuerza, en la lucha cuerpo a cuerpo o en la velocidad; las mujeres, en general, se ejercitaban en movimientos donde predominaban la expresividad del cuerpo, el ritmo o la coordinación a través de actividades como la danza o la gimnasia suave.
Sin embargo, no todas las personas han seguido estas normas; no todas las mujeres, ni todos los hombres quisieron pautar el ejercicio físico de sus cuerpos según unos cánones preestablecidos, sino que, por el contrario, sintieron la necesidad de ser más libres dando un nuevo sentido al movimiento y dejando que éstos fluyeran a través de él... siempre existieron chicos que no querían luchar, ni les interesaba ser fuertes y ni siquiera respondían al estereotipo de ser más inquietos y estar siempre en continuo movimiento; al tiempo que siempre hubo mujeres que quisieron ir más allá porque de sus cuerpos emanaba el deseo de danzar, o de explorar, aumentar su velocidad, etc. Y no quisieron, y probablemente no pudieron, reprimirlo.
El deseo de movimiento de un cuerpo seguramente tiene que ver más con la singularidad de la persona que con su sexo; sin embargo la respuesta que educativamente se da ante ese deseo sí puede estar asociada a condicionamientos de género, de manera que se educa de forma desigual y estereotipada el movimiento en función de los sexos; sin embargo ya sabemos que esto se puede cambiar y de hecho así se ha ido demostrando a lo largo de la historia y de manera definitiva durante el último siglo, cuando las mujeres se han lanzado al desarrollo de todo tipo de actividades físicas y deportivas de manera que actualmente están en las élites de todas las disciplinas y en los niveles populares cada vez es más habitual ver a niñas, chicas y señoras ejercitando de maneras muy diversas el movimiento de sus cuerpos.
Durante el último siglo, las mujeres han desarrollado todo tipo de actividades físicas y deportivas.
Fuente: El País Semanal
Curiosamente no ocurre lo mismo con los hombres, que han logrado en menor medida introducirse en disciplinas históricamente ocupadas por mujeres y que a nivel popular parecen sometidos a una gran presión que les limita, en ocasiones, a la práctica y seguimiento de uno o dos deportes que parecen llenar no sólo sus necesidades de ejercicio físico, sino que además resultan elementos importantes en la canalización de su tiempo de ocio, sus conversaciones o sus horarios.
Sin embargo, no podemos olvidar que la diferencia sexual está presente en los cuerpos, y por tanto también en su movimiento, es decir, tienes que tener en cuenta que el cuerpo de chicos y chicas, hombres y mujeres es diferente y por tanto también es diferente la realización concreta de cualquier actividad física. Sin duda habrás observado a través de tu propia experiencia y a través de la actividad de tu alumnado que encuentras con mayor facilidad, por ejemplo, flexibilidad en las niñas o fuerza en los niños. Reconocer esta y otras diferencias es importante para hacer propuestas que tiendan a satisfacer y potenciar distintas aptitudes que suelen estar presentes en cada uno de los sexos; y también para saber que, aunque chicos y chicas deben entrenarse en todo tipo de habilidades motrices, la ejecución en muchas de estas actividades será diferente y su interpretación debe hacerse desde la diferencia y no desde la desigualdad.