CREAR MUNDO
Hombres y mujeres siempre han ido creando mundo. Independientemente de la consideración de que ellas han trabajado siempre dentro y fuera de casa, las mujeres con sus trabajos han contribuido desde siempre a mejorar el bienestar de las familias, cuidar de las personas enfermas, o educar y enseñar a niños y niñas. Como dice Lidia Falcón “Ha sido también difundida la tesis de que las mujeres “empiezan” a trabajar masivamente en el momento de la Primera Guerra Mundial, aunque no suele hacerse hincapié en el hecho de cómo fueron despedidas, también masivamente, al terminar la contienda, pero lo que parecen ignorar aquellos que defienden tal idea es que la mayoría de las mujeres trabajaron durante milenios, tanto en la agricultura como en la artesanía, en el comercio y la sanidad. Su falta de reconocimiento “legal” las ha excluido para siempre del centro de los trabajadores&rdquo3 .
Nuestro alumnado actual son las mujeres y los hombres del futuro y deben saber que es importante elegir una actividad profesional, no sólo para desarrollar sus capacidades o para ganar dinero, sino que, además, deben conocer cómo su trabajo puede ayudar a que este mundo mejore, se desarrolle, sea vivible para quienes lo habitamos.
En una clase de primaria, una educadora preguntó a los niños y a las niñas por qué querían trabajar. Se encontraron con muchas respuestas, pero la mayoría de niños querían ganar mucho dinero, hacerse famosos, sobre todo a través de actividades deportivas y la mayoría de niñas que querían hacer trabajos que les gustaban o que percibían que a través de ellos ayudaban a otras personas.
En este sentido, es importante que niños y niñas conozcan la labor que hombres y mujeres han desarrollado para ir haciendo este mundo en vez de dar tanto protagonismo a aquellas actividades que han servido para destrozarlo. A poco que busquemos, encontramos el compromiso libre que las mujeres han ido adquiriendo a lo largo de la historia a favor de la paz y en beneficio de las personas con quienes conviven. No ha sido un trabajo remunerado, no ha sido un empleo, sino una actividad permanente y constante que sigue vigente en las mujeres actuales y que podemos constatar en la labor diaria de madres o abuelas de nuestro alumnado, en la participación de mujeres en la educación o en grupos que trabajan por la paz.
A largo de la historia muchas mujeres han contribuido con su labor diaria a construir un mundo a favor de la paz.
Para saber más… Atlas del trabajo de las mujeres en el mundo.
Fuente: Cándida Gago. Atlas de las mujeres en el desarrollo del mundo. SM, Madrid, 2007, p.52-53
En el siguiente texto, Carmen Magallón4 hace un recorrido a través de la historia próxima de grupos de mujeres que construyen la paz.
“...las sufragistas de ambas ramas no se limitaron a reproducir las prácticas existentes en la política de su tiempo. Su acción política creció a través de prácticas creativas, de un hacer que ellas comenzarían y que más tarde, cuajaría en la no violencia. No es de extrañar que Ghandi mantuviera que había aprendido las técnicas de la no violencia y de la desobediencia civil de las mujeres, en particular de las sufragistas británicas. Seguramente por esto, por el origen femenino de estas prácticas, las mujeres fueron entusiastas seguidoras de las propuestas gandhianas. Más del 60% de los integrantes de la Marcha de la Sal, que tuvo lugar en marzo de 1930 en la India, fueron mujeres y, en dos de sus campañas, ellas serían las protagonistas exclusivas: el boicot a los vestidos extranjeros y el hacer frente al reto de la embriaguez en la cultura india (Brock-Utne, 1985). Un entusiasmo que todavía se mantiene y que es palpable en la filosofía práctica de los grupos de Mujeres de Negro”.
En él se hace una referencia específica a Ghandi, una persona muy representativa que trabajó para mejorar la vida de la gente de su país, pero también se habla de quienes le ayudaron, le apoyaron, de quienes aprendió; y no por casualidad, la mayoría de esas personas fueron mujeres.
Para saber más… Carmen Magallón. Mujeres en pie de Paz.
Mirando hacia atrás nos damos cuenta de que las mujeres poseemos una larga historia de acción y compromiso libre a favor de la paz. Tenemos un legado de prácticas cotidianas de mujeres desconocidas dedicadas a sostener la vida a su alrededor con miles de pequeños actos que nunca han sido reseñados, pero sin los cuales las distintas generaciones nunca habrían podido sobrevivir. También acciones y compromisos que brillan en la historia, personales y de grupo. Quienes estamos a favor de la paz por medios pacíficos encontramos inspiración en el pensamiento y la acción de muchas mujeres que nos precedieron, tanto de mujeres de carne y hueso como de figuras que aparecen en obras de ficción y que seguramente reflejaban actitudes y modos de hacer de mujeres de la época.
Así, por ejemplo, podemos remontarnos muy atrás e inspirarnos en la creatividad de las mujeres de Lisístrata, la obra de Aristófanes, al decidir colectivamente que no harían el amor con los hombres mientras estos estuvieran enzarzados en la guerra. (...)
La variedad de comportamientos individuales y colectivos que tuvieron las mujeres y siguen teniendo en los conflictos bélicos y de todo tipo, no entran en contradicción ni impide reconocer el protagonismo que desplegaron en la causa de la paz. Una cosa es mantener que las mujeres no son más pacíficas ni mejores que los hombres, y otra negar que puedan ser sujeto colectivo de iniciativas específicas de construcción de paz. Vemos su complicidad con la guerra, pero también vemos que una y otra vez, en momentos difíciles hubo y hay mujeres que encarnan la confianza en la palabra y se convierten en embajadoras que cruzan las fronteras. No hay actitudes homogéneas en el conjunto de las mujeres, pero eso no les impide constituirse en sujeto colectivo de construcción de paz. (...)
Las mujeres hace ya tiempo que más que pedir estamos ofreciendo, hace tiempo que sin negar a las víctimas, nos hemos situado más allá del paradigma de la víctima. Y sin embargo todavía siguen siendo más visibles las mujeres víctimas y las que son cooptadas para las dinámicas de muerte: las militares que perpetraron actos de tortura a detenidos en IRAK o las terroristas que se apuntaban a las prácticas suicidas y asesinas iniciadas por sus compañeros. De este modo se orilla un bagaje fundamental, toda una línea gruesa que resalta en el tapiz vital de la experiencia femenina, compuesto como no podía ser menos por comportamientos de todos los colores; se olvida o relega todo un legado hecho de tiempo dedicado a dar de comer, sanar, escuchar, acompañar, curar hacer que los otros se sientan bien, toda una verdadera tarea civilizatoria.
Fuente: Magallón, Carmen. Mujeres en pie de Paz. Siglo XXI. 2006. Pág. 41 y 268
Actualmente la información que llega al alumnado a través de gran parte de los libros de texto y de los materiales que manejan no suele ser como la de este ejemplo, sino que normalmente no tiene en cuenta la aportación de las mujeres y sus trabajos. En general se las reconoce sólo cuando han hecho un trabajo similar al realizado por los hombres, pero apenas se mencionan las aportaciones que surgen de su que hacer cotidiano o de su compromiso en propuestas que mejoran el bien común.
Sería interesante para el alumnado aprender que:
- Con cada trabajo podemos contribuir al bienestar propio y también al bienestar de los y las demás.
- Con los trabajos no remunerados, por ejemplo dejar ordenadas las cosas para que quien quiera utilizarlas sepa dónde buscar, preparar la cena para toda la familia, etc, contribuimos a que nuestro mundo sea más vivible, sea mejor. Las mujeres han realizado y realizan la mayor parte del trabajo no remunerado que se hace en el mundo; los hombres deben tomar conciencia de esto y corresponsabilizarse.
- La esencia misma del trabajo es algo que va mucho más allá de una transacción comercial: el trabajo es un bien social e implica admitir que nos beneficiamos del que hacen otras personas al tiempo que ellas también se benefician del nuestro; más allá del dinero que se recibe por su realización, que también es importante, el trabajo es una contribución al bienestar social y de una comunidad.
En el ámbito educativo es imprescindible la relación, la comunicación y la afectividad con nuestro alumnado.
Fuente: Banco de imágenes CNICE
- En muchos trabajos, hombres y mujeres aportamos un más relacional que no se puede pagar, pero que afecta en muchas ocasiones al propio desarrollo del trabajo e incluso a la calidad del mismo. Piensa por ejemplo en el trabajo de una enfermera, que además de poner un catéter a una persona enferma le hace una caricia o le regala unas palabras de ánimo; piensa en tu propio trabajo de profesor o profesora y en la cantidad de actividades que haces que realmente quedan “fuera de lo que te pagan” pero sin las cuales tu trabajo quedaría incompleto.
- Los trabajos no remunerados, como aquellos que realizan diferentes organizaciones o asociaciones, son fundamentales en los cambios que se producen en el mundo; también es trabajo que contribuye a cambiar el mundo aquel que hacen una madre o un padre cuando asisten a una charla del instituto donde aprenden cómo convivir con adolescentes y también es trabajo el de aquella mujer o aquel hombre que se interesan porque en su empresa haya mejores condiciones de trabajo.
- Se reconozcan como co-protagonistas de la historia. Pero para ello es necesario mostrar explícitamente la labor de las mujeres.
Para saber más… Nosotras creamos mundo.
Fuente: Colección Por preguntar que no quede. Cuaderno de Educación en Valores. Nº2.