La coeducación&: Dos sexos en un solo mundo

MÓDULO 6: PROYECTOS DE VIDA

JORNADAS Y JORNADAS

Piensa un momento en tu propia jornada de trabajo y compárala con la de las personas con las que convives. Como ya habrás pensado, no se trata sólo de tener en cuenta el número de horas que dedicas al trabajo remunerado, sino también a la gestión de actividades cotidianas y la atención y el cuidado de las personas con las que convives. Por ejemplo: ¿Sabes qué es lo que vas a cenar esta noche o alguien que vive contigo lo tiene pensado y solucionado por ti? ¿Sabes cuándo se cambió por última vez la toalla del aseo o alguien lo ha hecho por ti sin que ni siquiera te enteraras? Cuando un familiar cercano ha tenido alguna enfermedad o ha requerido hospitalización, ¿qué parte de tu tiempo has empleado en su cuidado?, ¿y qué tiempo han dedicado otras personas de la familia?

Datos: Población ocupada según su situación profesional y tipo de jornada.

 

Quizá en tu respuesta detectes que tanto los hombres como las mujeres de tu entorno colaboran en la misma medida, y en la organización de sus jornadas tienen en cuenta el tiempo de trabajo que requiere la convivencia. Aunque las cosas poco a poco van cambiando, los datos actuales nos siguen indicando que las mujeres, con mayor frecuencia, hacen más cortas sus jornadas de trabajo asalariado para alargarlas después con asuntos familiares y son quienes en mayor medida piden excedencias para abordar situaciones que requieren una presencia permanente. Mientras tanto, las jornadas de los hombres, suelen permanecen inamovibles, independientemente de las circunstancias y ocupadas únicamente por el tiempo dedicado al trabajo remunerado fuera de casa.

Muchas jornadas laborales están medidas según un tiempo cuantitativo que tiene un horario de apertura y cierre con respecto a una actividad. Desde esta perspectiva, una buena parte de los hombres, y también algunas mujeres, tienen una mayor tendencia a llenar su tiempo cuantitativamente, es decir se pasan muchas horas en el trabajo, después tienen compromisos sociales, etc., porque el tiempo que queda fuera de esas mediciones es un tiempo “vacío”, un tiempo de ocio. Tienden a que una gran parte de su tiempo este disponible para asuntos laborales, quizá porque en cierta medida “no tener tiempo”, “estar muy ocupado u ocupada” se ha convertido en una clave de éxito social, incluso aunque no vaya acompañado de una actividad interesante ni de una mayor rentabilidad económica. La mayoría de las mujeres no suelen conectar con esta lógica y más bien, intentan buscar la forma de usar el tiempo con un criterio más cualitativo que no se mide por el número de horas, sino de la realización de actividades para sí y para las personas con quienes conviven.

Es importante que mujeres y hombres dispongan de momentos no estructurados para dedicarlos a lo que realmente les apetece hacer

Es importante que mujeres y hombres dispongan de momentos no estructurados para dedicarlos a lo que realmente les  apetece hacer.

Seguro que en más de una ocasión has escuchado decir que los hombres suelen tener una jornada, mientras que las mujeres suelen aguantar una doble o incluso una triple jornada. Esto quiere decir que después del trabajo remunerado (sea una jornada corta o larga), las mujeres siguen trabajando dentro de casa.

Datos:Diferencias en el uso del tiempo

NOTA: Los datos expresan la media diaria de tiempo utilizada para cada una de las variables resultando un tiempo superior a 24 horas debido a que se pueden solapar las actividades.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la encuesta sobre Usos del Tiempo. Instituto de la Mujer.

 

Algunas de ellas han querido solucionar esto contratando a otras mujeres que hagan el trabajo doméstico; sin embargo, la realidad es que esto, aunque puede aliviar, no soluciona el problema fundamental, ya que las mujeres contratantes, a pesar de sentir que se liberan de la ejecución de una parte de las actividades, siguen teniendo pendientes otras relacionadas con la organización de la casa y las relaciones afectivas6 ; las mujeres contratadas, a su vez, después de una jornada laboral en una casa ajena, siguen trabajando una jornada más en la propia. Ello quiere decir que el problema de la doble jornada de las mujeres no se ha solucionado, sino que se ha trasladado, sólo en parte, a otro sector de población (que actualmente esta compuesto en gran medida por mujeres inmigrantes).

Para saber más. Las dificultades de vivir una vida apresurada. Pág. 7 - 13   

 

Según niñas y niños van creciendo intentamos también que su tiempo vaya convirtiéndose cada vez más en un tiempo cuantitativo; observa la siguiente situación:

En primero de la ESO, ante su primer examen, una niña se llevó, como hacÍa en sexto de primaria, su estuche con bolis y rotuladores de colores. Comenzó a hacer su examen como siempre lo había hecho en primaria, poniendo mucho cuidado en la escritura, subrayando con colores lo importante, cuidando que no hubiera tachones, etc. Cuando sonó el timbre no había hecho ni la mitad del examen; ahora bien, lo que había hecho estaba precioso.

Esta niña tuvo que aprender que el tiempo pasaba a ser una medida fundamental de las cosas y que, en algunos casos, pasaba incluso por encima de hacerlas bien. Por suerte, más adelante aprendió a hacerlas bien y a tiempo, pero no siempre es el caso.

Fíjate en la siguiente apreciación de Milagros Montoya:

He estado pensando en un tiempo tan cuantitativo como es el de la enseñanza. Sin embargo en la enseñanza secundaria yo creo que es el tiempo más fragmentado, más cuantificado, cada cincuenta minutos nos sometemos y sometemos al alumnado a cambios bruscos, con la justificación de que es preciso un descanso de cinco minutos después de una hora de trabajo. Así no hay ninguna calidad y no se ve la posibilidad de cambiar esa forma insensata de distribución del tiempo. Unas veces es por la presión social que demanda enseñar todo, otras porque el Ministerio impone unos programas y unos tiempos, otras porque se busca la conveniencia horaria de algunos profesores y profesoras... Por eso me preguntaba en qué dimensión me puedo encontrar yo. Me he salido de algunas cosas, pidiendo tener dos horas seguidas con el mismo grupo, pero esto no rompe con esta espiral que va a más cantidad y menor calidad; algo absolutamente disparatado y además imparable”.7 Seguramente tú también has pasado por la experiencia de considerar que la falta de tiempo te impedía hacer actividades más interesantes, lúdicas, atractivas para el alumnado.

Además de éste, la jornada escolar tal como suele estar estipulada también presenta otros inconvenientes relacionados con el tiempo como puede ser la falta de atención que se produce en el alumnado a última hora de mañana, después de haber estado otras cinco o seis horas en el instituto. En este sentido, quizá hayas tenido la experiencia de intentar captar la atención del alumnado en una clase de primero o segundo de ESO un viernes a última hora.

A veces, se elabora la jornada escolar con el fin de que puedan adaptarse a las jornadas adultas. Por ello, cada vez es más frecuente que una vez que se terminan las clases, niñas y niños sigan en la escuela hasta el final del día realizando otras actividades, de manera que sus jornadas resultan agotadoras.

En ocasiones, se “culpa” a las madres de esta situación, como si el hecho de que ellas trabajen fuera de casa fuera la causa de que niños y niñas tengan jornadas tan largas. Actualmente este tipo comentarios va en descenso y hay cada vez un mayor acuerdo en considerar que, tanto los hombres como las diferentes instituciones públicas, han de asumir una mayor participación y compromiso en la solución de estas cuestiones, del mismo modo que lo asumen las madres.

Desde los centros escolares sería interesante ayudar a niños y niñas a considerar sus “propias jornadas”, de manera que:

A veces la jornada escolar se organiza en función de la jornada laboral de las personas adultas

A veces la jornada escolar se organiza en función de la jornada laboral de las personas adultas.
Fuente: Elpais.com

6Teresa Torns y otras autoras, hablan de esta situación como la “doble presencia” en el sentido de que en un mismo espacio y tiempo las mujeres suelen llevar la carga total del trabajo que realizan. Esto quiere decir que en la gestión de lo doméstico-familiar, aunque no sean ellas quienes realicen muchas de las tareas, sí son quienes están pendientes de su organización y efectividad.
7El trabajo de las palabras. Ed. Horas y horas. Madrid, 2008. P. 155