QUÉ ES
Actualmente la corresponsabilidad en los trabajos necesarios para crear y sostener la vida, requiere una toma de conciencia por parte de los hombres y un compromiso para realizarlos junto a las mujeres.
La corresponsabilidad se refiere a asumir conjuntamente las tareas entre las personas que conviven en un núcleo familiar, donde cada cual colabora según sus posibilidades en el sostenimiento de la vida y la convivencia. Históricamente, estas tareas, como ya hemos visto, se realizaban fundamentalmente según un esquema prefijado en el que los hombres aportaban dinero y las mujeres se encargaban de los cuidados; esta dicotomía ha sido nombrada desde el patriarcado como trabajo productivo-trabajo reproductivo; trabajo remunerado-no remunerado, público-privado, etc. y estas dualidades eran encajadas de tal forma que finalmente durante años ha permanecido vigente la idea de que las mujeres hacían un trabajo reproductivo, en el ámbito privado y que no estaba sujeto a remuneración. Sin embargo, esta manera de interpretar la realidad oculta en gran medida el trabajo que históricamente han venido haciendo las mujeres despojándolo del valor social que realmente tiene. Fíjate en los siguientes ejemplos:
- Carlota tiene 85 años y vive sola. Ha sido ama de casa toda la vida. Ella hace habitualmente todas las tareas que son necesarias para vivir; tiene una hija y una nieta que va todas las tardes a su casa, hasta que la madre llega de trabajar.
- Esteban tiene 85 años. Trabajó toda la vida en un banco. Es incapaz de hacer nada en casa por sí mismo, a pesar de que sus facultades mentales y motoras se lo permitirían. Como él dice: “no sé hacerlo porque nunca aprendí y ahora me resulta muy difícil y complicado”. Hay una persona de los servicios sociales del ayuntamiento que va todos los días a hacer la comida y limpiar la casa. Tiene un nieto que va algunas tardes y suele dar un paseo con él.
Hay personas mayores, que a pesar de su edad, siguen trabajando (Por ejemplo Mª Jesús, que a sus 70 años aprovecha los meses de verano para viajar a Bolivia con una ONG y aportar su experiencia como maestra).
Comparando los dos casos anteriores, ¿piensas que el trabajo cotidiano de Carlota tiene algún valor económico y social? Es posible que Carlota cobre una pensión pequeña porque el trabajo que ha realizado siempre -y que aún sigue realizando-, no le da derecho a una pensión mayor; por tanto, en su situación actual, recibe un dinero mínimo, no necesita ningún servicio comunitario para poder vivir, y sigue constituyendo una gran ayuda para su familia. Esteban, por el contrario, realizó un trabajo por cuya realización adquirió unos derechos que ahora se reflejan en una buena pensión y además recibe ayuda para poder sobrevivir en su vida cotidiana.
Dos ejemplos más:
- María tiene tres hijos pequeños; ella trabaja en una oficina pero ha adecuado su horario para comer algunos días con ellos; le gusta hacerlo y además considera que es un aspecto importante de la educación enseñarles a comportarse en la mesa, utilizar bien los cubiertos, etc.
- Roberto trabaja de forma remunerada en un comedor escolar; su tarea es atender a quienes todavía no se apañan bien con los cubiertos, enseñando a utilizarlos y a tener comportamientos adecuados en la mesa.
Dirías que los trabajos de María y Roberto ¿son productivos o reproductivos?, ¿y por qué uno es remunerado y otro no?, ¿te parece que uno es público y otro privado? Estas preguntas son difíciles de contestar porque plantean dicotomías que no tienen demasiado sentido. Ambas situaciones están relacionadas con el cuidado a otras personas y representan trabajos productivos sin los cuales no podría subsistir ningún grupo humano y aunque básicamente la tarea es la misma, la forma patriarcal de concebir el trabajo los cataloga de forma diferente.
Por todo ello parece que las anteriores divisiones (productivo-reproductivo; público-privado) no se ajustan a la realidad. Son dicotomías que han permitido al patriarcado dejar a las mujeres fuera de un sistema que únicamente otorgaba derechos sociales a quienes realizaban un trabajo considerado, desde esta lógica, ‘productivo y público’. De este modo, el resto de trabajos (aquellos comprometidos con el sostenimiento de la vida y necesarios para mantener el sistema económico actual) quedan fuera del sistema de los derechos sociales con lo que, una buena parte de mujeres, a pesar de trabajar durante toda su vida y de seguir haciéndolo en la vejez, no pueden acceder a una pensión digna, carecen de días de descanso o de vacaciones, no tienen revisiones sanitarias por su actividad y en muchos casos ven muy lejos la idea de una jubilación “real”.
Para saber más… Atlas del trabajo de las mujeres en el mundo.
Fuente: Cándida Gago. Atlas de las mujeres en el desarrollo del mundo. SM, Madrid, 2007, p.56-57
La lógica patriarcal que respalda todo lo anterior es insostenible. Está agotada; pero estamos en un tiempo de tránsito hacia nuevos modelos que aún no se han terminado de consolidar de manera que actualmente son todavía pocas las personas jóvenes que tienen al alcance de la mano un modelo de auténtica corresponsabilidad entre mujeres y hombres.
Para saber más… Las mujeres y la historia de Europa.
Observa en el siguiente texto lo que las autoras comentan acerca del trabajo de las mujeres a través de la historia.
El trabajo productivo de las mujeres desde los albores de la historia de Europa ha sido fundamental para el mantenimiento y desarrollo de los núcleos familiares. Una parte importante de estas actividades se han centrado en el ámbito doméstico en donde se han producido objetos y alimentos, y donde se ha reproducido la fuerza del trabajo. La elaboración del alimento, la fabricación del vestido y de instrumentos de trabajo, la recogida de leña, el acarreo del agua, el mantenimiento del fuego, el cuidado de los animales domésticos, la venta en los mercados locales de los productos del campo, o por ellas elaborados, el cuidado de las personas, la crianza de los hijos, la preparación y administración de remedios y medicinas, la limpieza del entorno, etc. constituyen tareas productivas sin las cuales no puede reproducirse ni prosperar ningún grupo humano...
La mayoría de las mujeres era a la vez explotada en su trabajo y en su capacidad de reproducción, y el producto de su trabajo y de su cuerpo era controlado por el marido, el padre, el tutor o el patrono...
Ahora bien, el trabajo de las mujeres en el ámbito doméstico no ha sido considerado como tal, sino como una parte fundamental de su “virtud” como mujeres... Ya en la sociedades antiguas, cuando se formulaban las primeras teorizaciones sobre los patrones de género, se encuentra claramente expuesta esta valoración del trabajo de las mujeres como “virtud” y por tanto como algo atribuido por su “naturaleza” a las mujeres...
Desde nuestra perspectiva actual es indudable el valor económico y social del trabajo doméstico a lo largo de la historia, aunque haya sido invisibilizado y no reconocido como tal. Su consideración como natural y complementario del otro trabajo, el realizado por los varones, ha sido la trampa que lo ha ocultado, que ha impedido hacer una valoración adecuada del mismo, y ha contribuido a minusvalorar a las mujeres en sus respectivas sociedades.
Ha sido en el siglo XX, gracias a la reflexión del pensamiento feminista, cuando se han introducido otros criterios sobre lo que es trabajo y producción. La consideración de las actividades ligadas tradicionalmente a la reproducción de la mano de obra como productivas; la inclusión de actividades no remuneradas dentro del concepto de trabajo; la revisión del uso del tiempo, entre otros temas, ha llevado a hacer visible el trabajo de las mujeres y a darle el valor económico y social que ha tenido en sus sociedades respectivas.
Fuente: Texto tomado de Las mujeres y la historia de Europa. VV.AA. Universidad de Granada www.helsinki.fi/science
La posibilidad de adquirir derechos sociales, la necesidad de autonomía económica, el deseo de estar en espacios diversos y las ganas de aprender (entre otras razones) han hecho que un número muy elevado de mujeres en relación a otros momentos de la historia, decidieran durante el siglo pasado incorporarse al mercado laboral y consolidar su presencia en él.
Por su parte, el deseo de una convivencia más humana, el reconocimiento de que el trabajo del cuidado que las mujeres han desarrollado es fundamental para la vida y el convencimiento de que las personas necesitan desarrollar su lado emocional y estético es lo que está permitiendo actualmente a algunos hombres asumir las tareas de la vida cotidiana.
La corresponsabilidad se refiere a asumir conjuntamente las tareas entre las personas que conviven en un núcleo familiar. Fuente: Familia y reparto de responsabilidades. Pág. 28 Instituto de la mujer. 1994
Para que la corresponsabilidad pase a formar parte de la creación de un proyecto de vida, es necesario que chicos y chicas se perciban como seres completos, aunque no autosuficientes. O sea, seres que necesitan desarrollar sus capacidades de pensamiento, emocionales, de cuidado, de relación y afectivas. Pero ello no es posible dedicándose únicamente al trabajo remunerado sin atender otro tipo de obligaciones personales, familiares y de convivencia; tampoco es posible dedicándose sólo al cuidado ajeno, obviando las propias necesidades de cuidado y de desarrollo en otras facetas de la vida.
Actualmente los mensajes sobre corresponsabilidad están cada vez más presentes en la realidad social y llegan con facilidad a los niños y niñas a través de la publicidad, la familia o la escuela. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, estos mensajes no siempre concuerdan con su realidad cotidiana. Por ejemplo:
- En un colegio de primaria, una profesora preguntaba a su alumnado quiénes podían realizar las tareas cotidianas: ¿quién puede hacer las camas, los niños o las niñas? Los dos, los dos; era la respuesta unánime del alumnado. Sin embargo cuando se les preguntaba ¿quién te preparó el desayuno esta mañana? o ¿quién te planchó esa camisa que llevas puesta? O ¿quién te preparó el bocata que hoy te tomarás en el recreo? La respuesta seguía siendo unánime: “mi madre”.
- En una clase de infantil, mientras niños y niñas jugaban en “el rincón de la casita”, la profesora observó que las niñas se metían en la casa, jugaban a preparar la comida y a ordenar las cosas; cuando llegaban los niños, éstos se sentaban en las sillitas y pedían a las chicas que les prepararan un café. La profesora decidió intervenir en está situación y proponer a los chicos que ellos mismos aprendieran a hacer el café y cuando terminaran lo dejaran todo recogido. Al principio se extrañaron pero luego lo encontraron divertido y terminaron preparando café para cualquier niño o niña que pasara por delante.
Por ello es importante que no nos quedemos sólo en los mensajes y que desde la escuela (y, por supuesto, desde la familia) se trabaje la corresponsabilidad partiendo de situaciones como las mostradas en los ejemplos o simplemente teniendo en cuenta que también el colegio o el instituto son espacios donde las tareas están en muchas ocasiones compartimentadas según los sexos.
Observa entre tu alumnado: ¿La presentación de los trabajos o de los cuadernos que hacen niños y niñas suele ser igual en cuanto a orden, limpieza, decoración, etc.? ¿Cuándo quieres decorar la clase con dibujos, carteles, etc. y pides una colaboración voluntaria participan de igual manera chicos y chicas? A la hora de recoger materiales, ¿participan ambos sexos de la misma forma?
Quizá en tus observaciones encuentres que unos y otras participan de la misma manera o quizá encuentres que no. Hoy por hoy, esta observación suele dar resultados muy diferentes según los centros, las aulas y el profesorado. De ahí la importancia de que hagas tus propias observaciones y adaptes la tarea de llevar la corresponsabilidad al aula a las características de tu clase.
Vídeo: Corresponsabilidad y conciliación de la vida familiar y laboral.
Fuente: ‘Mujeres de Hoy’, Instituto de la Mujer y RTVE. 2006.
Es importante que desde las situaciones cotidianas de la escuela se trabaje la corresponsabilidad.
Fuente: www.cajaduerocampamentos.com