LOS CUERPOS CRECEN
Si echas un vistazo a tu propia experiencia, seguramente recordarás momentos de extrañeza o estupor hacia tu propio cuerpo por los cambios que éste iba sufriendo y que, a veces, no te daba tiempo de asimilar. Como sabrás a través de tu propia vivencia, el cuerpo está en continúa transformación a lo largo de una vida, especialmente en la infancia y en la adolescencia.
El proceso de crecer y hacerse mayor implica vivir momentos de sorpresa, extrañeza, curiosidad, dudas, temor y/o alegría. Es un proceso único y singular en cada niña y niño. Acompañar este proceso a través de la escucha, de la atención a sus demandas e interrogantes, de la información acorde a cada momento vital, les ayudará a crecer sin miedo y en paz con el propio cuerpo.
El proceso de crecimiento implica momentos únicos y singulares que necesitan altas dosis de escucha, aceptación y confianza.
Así, por ejemplo, es importante escuchar la frustración que una niña puede sentir por ser más baja que las otras niñas de su misma clase, más aún cuando esto significa restricciones que las otras no tienen como es el no poder montarse sin la compañía de mayores en ‘los coches de choque’. O escuchar también la vergüenza que un niño tiene de hablar cuando percibe la transformación que está sufriendo su voz.
Dejarles expresar las sensaciones que acompañan a cada cambio corporal, aceptarlas y no pretender que sientan otra cosa, es un buen punto de partida para crear una conversación desde la confianza y la aceptación mutua. Desde ahí, es más fácil alentar a que esta niña investigue sobre las posibilidades que un cuerpo menudo tiene como la de entrar en lugares estrechos o esconderse con más facilidad, sin que sienta que esto es un simple consuelo para tapar lo que realmente le pasa. Del mismo modo, será más fácil explicar a este niño qué le está pasando a su voz y jugar con él a hablar con su nueva voz para indagar las diferentes posibilidades que ésta tiene.
Junto a la escucha y la invitación a que indaguen en las posibilidades que sus cuerpos tienen en el ‘aquí y ahora’, es fundamental darles información que les ayude entender que aquello que les pasa no es malo ni raro, sino parte de un proceso de crecimiento que, aunque con elementos comunes, tiene ritmos y formas diferentes en cada niño y en cada niña. También es importante darles información sobre aquello que les pasará en el futuro para que se lo puedan imaginar y acogerlo con más tranquilidad cuando les pase.
Imagina a una niña de diez años que pueda pensar en cómo su cuerpo ha ido transformándose desde que nació hasta su momento presente y que, además, pueda imaginarse cómo le crecerán sus pechos, se le ensancharán las caderas, le vendrá la menstruación, le afectarán las hormonas, le crecerán pelos en el pubis o en las piernas, etc. Este ejercicio de imaginación puede ayudar a que esta niña pueda reconocerse como alguien que está en continua transformación, pueda expresar los sentimientos que el proceso de crecer y de hacerse mujer le genera, y esté mejor preparada para vivir cada uno de los cambios.
Autora: Roser Capdevila i Valls. Pág. 3 de Chicas Adolescentes. Colección Salud VII. Instituto de la Mujer (2006)
Lo mismo le pasaría a un niño de esa misma edad que pueda pensar, no sólo en cómo su cuerpo ha crecido y cambiado a lo largo de su vida, sino también imaginar cómo será vivir en un cuerpo más ancho, con más pelo en la cara, con otra voz que probablemente será más fuerte, con otra musculatura, con sensaciones diferentes a causa de las hormonas, con la presencia de la eyaculación en su vida, etc.
Generalmente, para las chicas, tener pechos que antes no tenían es algo de gran relevancia que les genera sentimientos diversos y a veces contradictorios. Por ejemplo, es probable que una niña sienta ilusión por tener su primer sujetador porque así siente que ya es mayor y a la vez tenga ganas de esconderlos para evitar los comentarios violentos de los chicos. Es probable que otra niña que nunca se había sentido atractiva para los chicos, sienta que ahora sí lo es, pero a la vez viva mal esta experiencia porque en realidad no quiere ser atractiva por el tamaño de sus pechos.
Puede que, en el caso de los chicos, alguno se sienta presionado para ver ‘quien la tiene más grande’ o a presumir del número de eyaculaciones que ha tenido en un día, sintiéndose en el fondo algo frustrado porque no encuentra interlocutores para hablar de aquellas cosas que, en realidad, le da placer y que nada tienen que ver con el tamaño ni con la cantidad.
Estar en contacto con lo que le pasa al propio cuerpo es un modo de comprender mejor sus necesidades y, por tanto, de cuidarlo mejor. Asimismo, indagar en las posibilidades de expresión y de movimiento que su cuerpo concreto y singular tiene en el ‘aquí y ahora’ les ayuda a comunicarse con más profundidad y creatividad. Ambas cosas despejan el camino para expresarse sin encorsetarse en estereotipos o representaciones de los cuerpos que les violentan y no les ayudan a crecer.
Para saber más… “Chicas adolescentes” de Pilar Martínez, Oriana Ayala, Concha Cifrián y María Huertas.
Fuente: Guía de Salud VIII. Instituto de la Mujer (2006).