La coeducación&: Dos sexos en un solo mundo

MÓDULO 4: EL AMOR Y LA SEXUALIDAD

HABLAR SOBRE SEXUALIDAD

Por todo lo visto, te invitamos, si no lo haces ya, a hablar sobre sexualidad sin violentar ni violentarte. Esto significa partir de lo que eres y sientes y, a partir de ahí, tener en cuenta que es más importante mantener abierto el diálogo que dar mucha información. Ante esto, quizás te preguntes, ¿cómo hacerlo?:

En primer lugar, se trata de escuchar:

La escucha se da cuando hay aceptación. Para escuchar hace falta tomarse muy en serio a la niña o al niño y partir del hecho de que es él o ella quien mejor sabe lo que vive y lo que siente, aunque le falten las palabras y la experiencia para comprender esas vivencias y sensaciones. No se trata, por tanto, de interpretar, juzgar o anticiparse a lo que nos quieren expresar, ni tampoco de hacer trampa para sacarles información, sino procurar comprender realmente en qué consiste lo que nos quieren decir y acompañarles en sus descubrimientos. 

Escuchar significa prestar atención, tomarse en serio los sentimientos de cada niño o niña, intentar entenderles y acompañarles en sus descubrimientos

Escuchar significa prestar atención, tomarse en serio los sentimientos de cada niño o niña, intentar entenderles y acompañarles en sus descubrimientos. Fuente: Banco de imágenes del CNICE

Desde la escucha es más fácil comprender qué les lleva a hacer aquello que hacen y a relacionarnos con la singularidad de cada criatura y no con ideas prefijadas. Asimismo, la escucha les hace sentir que se les quiere y se les acepta tal como son, lo que les hace abrirse más a la persona adulta que les acompaña.

Imagina que una niña, a la que le acaba de venir la menstruación por primera vez, se encierra en el baño del colegio. Cuando su profesora la encuentra, ella empieza a llorar diciendo que se está desangrando. Si la profesora es capaz de escuchar con atención los sentimientos de esta niña, hacerle ver que se interesa de verdad por lo que le pasa y se pone en disposición de entender bien qué está viviendo (o sea, sin dar por sentado lo que le pasa antes de que sea la chica quien lo exprese), logrará:

  1. Que la chica se sienta vista y entendida.
  2. Comprender que lo que le pasa a esta chica, en este caso concreto, no tiene que ver con la falta de información sobre qué es la menstruación, sino con su resistencia a crecer y a hacerse mayor. Un miedo que se expresa de una manera particular en esta chica concreta y que, en el fondo, es el miedo a tener que hacerse responsable de la vida y a las transformaciones que puedan darse en las relaciones con los chicos.
  3. Actuar con sentido. O sea, si esta maestra hubiera actuado sin escucharla, podría haberle dado una serie de consejos o informaciones sobre su nueva etapa vital que, además de ser algo que la chica ya conoce, supondría tapar lo fundamental, su miedo a crecer.
  4. Que la chica tenga una mayor disposición para escuchar lo que su profesora tenga que decirle sin sentir que se trata de un sermón más.

Para mantener vivo el diálogo sobre estas cuestiones, es necesario tomar muy en serio sus inquietudes o preguntas. Esto significa:

  1. Intentar entender bien cuál es la demanda.
  2. Contarles con claridad aquello que sabemos, con un lenguaje y una información acorde a la edad.
  3. Hacerles saber cómo nos hace sentir esa pregunta y cuál es nuestra experiencia en relación a ella.
  4. Decirles también aquello que no sabemos y hacer una propuesta de cómo descubrir eso que no sabemos. Lo que puede ser, por ejemplo, ir a una enciclopedia o preguntárselo a otra persona.
  5. Saber que una respuesta no significa que la inquietud quede zanjada de una vez para siempre, sino que es probable que niñas y niños sientan la necesidad de volver a ella y empezar el diálogo una y otra vez. Aunque les digamos lo mismo, estarán en un momento de su vida diferente que les permitirá entender algún matiz nuevo y que les genera nuevas preguntas que antes no se les había ocurrido.
  6. Devolverles preguntas nuevas que completen su reflexión.

Así, por ejemplo, si un niño de seis años nos pregunta porque las mujeres tienen pechos, le podemos devolver la pregunta a ver qué nos dice al respecto. Le podemos contar cómo crecen los pechos cuando una mujer se embaraza y cómo eso le permite dar leche al bebé cuando nace, le podemos hablar (si somos mujeres) de cómo nos han ido creciendo los pechos a lo largo de nuestra vida y, si hemos tenido la experiencia de dar de mamar, cómo la hemos vivido. Le podemos preguntar si le gusta ver a una mujer dar de mamar a un bebe, si se acuerda de cuando era pequeño y su madre le dio de mamar, etc. Y, si vemos que la conversación da de sí, le podemos explicar además la violencia que sienten muchas mujeres cuando se las valoran por el tamaño de sus pechos.

Escuchar y tomar en serio las preguntas e inquietudes de chicas y chicos no significa dejar de dar la información que nos parece que es importante que tengan, aunque se trate de una información que no hayan demandado y que tampoco hayan mostrado ningún interés especial hacia ella. Aunque, claro está, para ello es necesario conectar aquello que les queremos decir con sus deseos y necesidades para que no se transforme en una información que caiga en saco roto o que se viva como ‘un rollo más’.

Imagina que te das cuenta que una parte de las alumnas y alumnos de tu clase empiezan a ‘formar parejas’ y a sufrir por desplantes o rupturas, puedes dedicar un tiempo para pensar conjuntamente sobre la diferencia entre enamorarse, ligar, sentir atracción y crear una relación basada en el amor. Puedes, por ejemplo, preguntarles por cómo es ‘su pareja ideal’ o ‘cómo sabemos cuando alguien realmente nos quiere’ y, a partir de sus ideas, entrar en un diálogo que les ayude a desmitificar o replantearse ideas relacionadas con el amor y las parejas, lo que les puede facilitar una mejor comprensión de los propios sentimientos, estar en contacto con los propios deseos y no con deseos impuestos, etc.

Para acabar este punto y por todo lo dicho en este módulo, es importante no olvidarse que no es lo mismo hablar sobre sexualidad siendo un hombre que siendo una mujer. Por ejemplo, no es lo mismo hablar con el niño que tiene curiosidad por los pechos de las mujeres si eres de uno u otro sexo. Una mujer puede hablar desde su propia experiencia corpórea, mientras que un hombre puede hablar desde su propia diferencia y desde lo que sabe sobre el cuerpo femenino. Tampoco es igual escuchar a una niña a la que le cuesta aceptar su propia menstruación siendo de uno u otro sexo. Con una mujer, esta niña puede entablar un diálogo de ‘mujer a mujer’, mientras que con un hombre ella puede expresar esa experiencia desde su diferencia de ser mujer que él, como hombre, puede escuchar y acoger, pero no vivir en la propia piel.

Esto no quiere decir que unos u otras no podamos hablar sobre todas las cuestiones relacionadas con el amor y la sexualidad por pertenecer a un sexo y no al otro. Más bien al contrario, hombres y mujeres podemos dialogar sobre cualquier inquietud manifestada por niñas y niños, pero sabiendo que ese diálogo cobrará matices diferentes en función de nuestro sexo y esto, aunque a veces puede ser una limitación, es fundamentalmente una riqueza.

Para saber más…La sexualidad desde tu práctica educativa” de Almudena Mateos Gil y Patricia Verdés Giménez.
Fuente: El amor y la sexualidad en la Educación. Cuadernos de Educación No Sexista Nº 21.  Instituto de la Mujer (2007). Pág. 106 – 127.