La coeducación&: Dos sexos en un solo mundo

MÓDULO 3: VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

REPASO DEL MÓDULO

La violencia contra las mujeres se manifiesta con cualquier acción, actitud o estructura organizativa que otorga a los hombres más valor y significatividad que a las mujeres, justificando que ejerzan más poder sobre ellas.

Conflicto y violencia son dos cosas diferentes. Los conflictos son inherentes a las relaciones humanas. Hay conflicto cuando sentimos que nuestros pensamientos, sensibilidades, deseos, códigos o necesidades, además no ser coincidentes, son difícilmente compatibles con los de otra persona. Cuando se impone el lenguaje de la violencia, lo que se hace es tapar el conflicto, no resolverlo. Quien usa la violencia pretende negar lo diferente, lo que busca es “ganar” o hacerse valer a costa del otro o de la otra, anulándolo, infravalorándolo.

Ser hombre implica haber vivido la presión para identificarse con el ejercicio del poder y de la violencia para hacerse valer a costa de los otros, fundamentalmente de las otras. Pero, como es evidente, no todos los hombres se han dejado arrastrar por esa lógica, no sólo por que han sido capaces de tomar conciencia del daño que pueden llegar a hacer a otras personas, sino también el que pueden hacerse a sí mismos.

Desde la lógica patriarcal que identifica la masculinidad con la violencia y que considera lo que son y hacen las mujeres como algo de menor importancia que lo que son y hacen los hombres, es difícil ver y reconocer la paz que se practica día a día en el mundo y que, en gran parte, es protagonizada por las mujeres.

En esta lógica patriarcal, además, la libertad es considerada como ‘hacer lo que me da la gana’, lo que lleva a un hombre a considerar que las mujeres que ocupan espacios que en otros tiempos no solían ocupar le restan libertad. Y de ahí a la violencia hay un paso. Sin embargo, en una relación basada en el cuidado, la escucha y el intercambio, la libertad del otro, de la otra, no resta espacio a mi libertad, más bien al contrario, le da aliento. Con esta toma de conciencia, un hombre puede sentir que la presencia de mujeres libres a su lado puede dar más color y brillo a su propia libertad.

En la escuela, del mismo modo que en el resto de la sociedad, se producen diversas manifestaciones de violencia contra las mujeres, no sólo entre el alumnado, sino también en las relaciones que el profesorado mantiene entre sí, sostiene con las familias y crea con el alumnado. Asimismo, no es extraño que, a través de los contenidos curriculares, se transmita una noción androcéntrica y, por tanto, violenta del conocimiento, del transcurrir histórico, de la cultura y de la vida.

Erradicar la violencia de las relaciones que cada docente establece con los miembros de la comunidad educativa y el androcentrismo de su materia a la hora de transmitirla es un modo de prevenir la violencia. Asimismo, es fundamental tomar conciencia de  que, la violencia contra las mujeres ejercida por el alumnado no es un ‘simple juego de niños’, sino algo de gran transcendencia, ante lo cual es necesario intervenir, educar y prevenir.

No es fácil llevar todo esto a cabo cuando es el poder y no la autoridad la que media en las relaciones que se dan en un aula, ya que el caldo de cultivo que da lugar a la violencia permanece intacto. A diferencia del poder, la autoridad no es algo que se tiene, sino algo que otras personas nos reconocen en el seno de una relación. La autoridad no aplasta, no pertenece a nadie sino que la genera quien, con su palabra, su sabiduría y su escucha, favorece el desarrollo de los deseos, pensamientos y palabras de las demás personas.

En definitiva, prevenir la violencia contra las mujeres es: