La coeducación&: Dos sexos en un solo mundo

MÓDULO 3: VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

HACER VISIBLE LA VIOLENCIA

Como ya hemos ido diciendo, cuando se produce alguna situación en la que hay violencia contra las mujeres, no siempre se la reconoce como tal. Otras veces, sí se la reconoce, pero resulta difícil sacarla a la luz sin generar más violencia aún de la que ya hay.

Imagínate en estas situaciones que relatamos a continuación, cómo las vivirías, qué harías:

Un grupo de criaturas de cinco años juegan a las casitas. Un niño y una niña hacen de papá y de mamá. En el juego, el ‘papá’ regaña a la ‘mamá’ diciéndole que acaba de llegar del trabajo y no entiende por que la comida no está lista. Ella, solícita, le pide perdón. Un maestro que ve esta escena se ríe.

Con esta risa, este maestro da a entender que lo que dice este niño es sólo un juego sin mayor relevancia. Desde ahí, le resulta difícil tomar en serio el hecho de que este niño y esta niña están mostrando, con ese juego simbólico, lo que han visto e interiorizado sobre las relaciones de pareja. Y lo que han visto e interiorizado es un modelo violento de relación que estas criaturas necesitan desmontar para poder crear relaciones sanas y libres.
Este maestro podría haberles sugerido interpretar otro diálogo diferente. Podría haberles dicho que se imaginaran, por ejemplo, a una ‘mamá’ que le dice a ‘papá’ que ha encontrado un trabajo que le gusta mucho, que él se pusiera muy contento al escuchar lo que le acaba de decir su mujer y que, como ninguno de los dos ha tenido tiempo, se ponen a hacer la comida conjuntamente.

Un niño de cinco años al que le encanta dibujar casas de forma detallada y que se aburre bastante jugando al fútbol o a “los monstruos”, es ridiculizado por los demás niños. La maestra está preocupada por este niño e intenta que él se adapte a los juegos a los que juegan los demás para que no sufra.

Con esta manera de proceder, esta maestra sitúa el problema en el propio niño y no en la actitud discriminatoria de los demás niños y, de este modo, no sólo no ayuda a que este niño deje de sufrir (ya que también sufriría haciendo lo que no le gusta), sino que deja intacta la raíz de esa violencia.
Ella podría, por ejemplo, haber pedido a toda la clase que dibujara casas para que pudieran valorar la habilidad de su compañero, haber planteado una charla en el aula sobre cómo se sienten ante niños que ‘son diferentes’, llevar al aula a un hombre que ha destacado en la pintura o en alguna actividad similar y que de niño fue ridiculizado por sus compañeros para que cuente su experiencia, etc.

En la clase de música de un grupo de secundaria, una de las chicas está más desarrollada físicamente que las demás. Cada vez que ella toca un instrumento, algunos de los chicos hacen comentarios sobre las medidas de su cuerpo. El día del examen final, la profesora decidió separarla del resto de la clase para que pudiera estar tranquila.

Esta profesora situó el problema en el cuerpo de la chica o quizás también en las hormonas de los chicos, como si se tratara de algo inevitable. De este modo, dejó las cosas como estaban. Sin embargo, el problema estaba en realidad en otro sitio: en la conducta invasiva de los chicos.

Está clara, por tanto, la necesidad de que las profesoras y los profesores sepan ver y nombrar la violencia allí donde se da, en vez de actuar como si en realidad se tratara de otra cosa. Ahora bien, es importante también, visibilizar estas situaciones sin violentar. Por ejemplo, en la última situación relatada esto significa:

Ahora bien, nada de esto significa crear una guerra de chicas contra chicos, sino simplemente poner las cosas en su sitio y dar una oportunidad para que tanto unos como otras aprendan a desterrar la violencia de sus vidas.

Visibilizar la violencia para poder rechazarla, significa también, para cada maestra y maestro, reconocer cómo la lógica de la violencia forma parte de su propia vida. Reconocer no es culpabilizarse ni fustigarse, es simplemente atreverse a decir la verdad e intentar entender qué pasa y cómo pesa la  tradición patriarcal en cada vida, para, desde ahí, poder responsabilizarnos realmente de una tarea que realmente prevenga la violencia, también la propia violencia.

Para saber más…  Experiencias educativas de prevención de violencia contra las mujeres: Una tarde de intercambio

Fuente: Instituto de la Mujer (2002)