LA AUTORIDAD EDUCATIVA
La autoridad, como ya hemos dicho, no es algo que un profesor o una profesora tiene, sino algo que el alumnado le reconoce cuando siente que en la relación con él o ella puede crecer, aprender, descubrir cosas interesantes para su propia vida, sentirse más libre. Ahora bien, por muchas de las cuestiones tratadas en este módulo, no es igual entrar en el aula siendo una maestra que siendo un maestro.
Piensa en una escuela en la que:
- Las aportaciones de las mujeres permanecen invisibilizadas, ridiculizadas o tergiversadas.
- Se tiende a infravalorar las formas en las que habitualmente hablan y se relacionan las mujeres.
- Se valora a hombres y mujeres en función de los estereotipos de género y no por lo que son en sí mismos.
- El poder y la fuerza tienen un gran protagonismo.
- Los chicos han aprendido a rechazar a las mujeres para darse valor.
- Las chicas han aprendido a medirse con los hombres para darse valor.
En un contexto así, es más difícil que las alumnas y los alumnos de una maestra la reconozcan como alguien de quien aprender, ya que pueden llegar a sentir que es poco lo que pueden aprender de una mujer. No es extraño, por ejemplo que las maestras o profesoras, en un primer momento, encuentren una menor disposición por parte de su alumnado para reconocerlas como alguien que domina su materia y que tiene mucho que enseñarles.
Para modificar esta situación, lo que pone en juego el profesorado en las relaciones que establece es muy importante. Así, por ejemplo, algo cambia cuando:
- Una maestra reconoce públicamente todo lo que ha aprendido de alguna compañera que sustenta su trabajo educativo en las relaciones y no en el poder.
- Un profesor reconoce en su aula todo lo que ha aprendido de su madre o de las mujeres que ha tenido cerca.
- Un maestro pide ayuda a una profesora para resolver cualquier cuestión en el aula delante de su alumnado.
- Una maestra lleva al aula las biografías de mujeres que han aportado cuestiones relevantes a la materia que imparte y comenta qué ha significado para su propia vida conocer su existencia.
- Un profesor decide dejar de decir la última palabra o de sentar cátedra cuando eso implica dejar en un segundo plano a sus compañeras.
- Un maestro se interesa de verdad por lo que dicen sus alumnas a la hora de analizar cualquier cuestión y las reconoce como chicas que le hacen pensar, fijarse en cosas distintas, transformar lo que plantea en el aula.
Investiga… ¿Se te ocurren otras cosas que puedes hacer tú en el centro educativo en que trabajas para dar valor y reconocimiento a las mujeres?
Esto no significa que, en aquellas escuelas en las que la lógica patriarcal tiene mucha fuerza, a una maestra le cueste hacer circular la autoridad en su aula. De hecho, hay bastantes experiencias en ese sentido. Como la autoridad se reconoce en la propia relación, será su capacidad para ponerse en relación con sus alumnas y alumnos, para escucharlos, para decirles la verdad sobre qué sabe y qué no sabe, para relacionar lo que enseña con sus vidas e intereses, para transmitir su amor a la materia y a la educación, lo que podrá abrir las puertas para que sea posible ese reconocimiento.
Del mismo modo, un profesor o maestro, no tendrá, por el mero hecho de ser hombre, la garantía de hacer circular la autoridad en su aula. Será su capacidad para mostrarse abierto a aprender de sus alumnas y alumnos, para saberse carente y estar en disposición de preguntarse cosas nuevas cada día, para dialogar con los intereses y deseos de chicas y chicos, para tomarse en serio su trabajo y su materia, lo que abrirá la puerta para que esto pueda ser posible. Si no fuera así, probablemente lo que media la relación con sus alumnas y alumnos es el poder y no la autoridad.
La autoridad del maestro o la maestra se reconoce en la propia relación.
Como habrás podido ver, no estamos hablando de repartir equitativamente el poder entre profesoras y profesores, sino de algo que va más allá. Desde ahí, el director de un centro puede aprender mucho sobre educación de las maestras de infantil sin avergonzarse por ello, sino todo lo contrario. Del mismo modo, la presencia de mujeres en un equipo directivo, no supondrá sólo una transformación cuantitativa, sino también cualitativa, en la que, saliéndose de la lucha de cifras, se viva la presencia de mujeres como una posibilidad de enriquecimiento de ese espacio.
En el siguiente texto podrás leer diferentes experiencias de profesoras y profesores que han sabido prevenir o frenar la violencia desde la relación y la autoridad.
Para saber más… Orientación educativa y prevención de la violencia: la diferencia sexual en la resolución de conflictos.
Fuente: Mª Milagros Montoya y Jose Mª Salguero. Pág. 111-132. CIDE e Instituto de la Mujer (2007)